Negocio de unos pocos
Con el empate sin goles Independiente se alejó definitivamente de la pelea y River desperdicio la chance de ser el único líder. Los de Passarella lo sufrieron mucho más.
“Solamente en un partido logramos mantener el cero en nuestro arco. Por eso el objetivo para esta tarde es que no nos conviertan…”, palabras textuales que pertenecen a Germán Denis, uno de los goleadores del rojo, más preocupado por la valla de Ustari que por conocer las redes de Carrizo.
Pocas veces un pronóstico condice tanto con el desarrollo de un partido. El ex delantero de Arsenal y Colón cumplió con su objetivo, aunque a cambio debió dejar de lado la posibilidad de quedarse con los tres puntos, de acercarse a la punta y de ganarle a uno de los animadores del torneo. Bastante caro le salio el negocio a Independiente.
Por eso su gente, en desacuerdo total con el planteo y la idea de Burruchaga y sus muchachos, expreso su bronca al final del juego.
Con cinco defensores cerca de Ustari, el local se aferró a un punto que lo haría salir de perdedor. Pero no estaba solo dentro del campo.
River fue una sombra, es cierto, y a pesar de no llamar demasiado la atención con sus ganas y su juego, fue hasta Avellaneda pensando en ganar. Para lo que anunciaba la previa, eso ya pasa a ser una expectativa interesantísima.
El fútbol fue el que trajo al “Millonario” más cerca de la realidad y le demostró bruscamente que hace falta mucho más que intenciones para alcanzar el triunfo.
La soledad de Gallardo, sólo permitía inquietar con algún remate desde afuera del área y en todos los intentos Ustari fue de selección y contuvo en forma magistral.
Pocos se podían quejar, el primer tiempo no era tan malo y los arqueros iban convirtiéndose en figuras. Los “uhhh!!!” bajaban de las tribunas y las contras del rojo todavía tenían algo de vocación ofensiva. Con el correr de los minutos estas se fueron diluyendo y volvió la mediocridad de la satisfacción resultadista.
Ojo que River tampoco era una aplanadora, se repetía en la búsqueda desprolija y sentía como la punta se escapaba entre sus dedos.
Uno no quería y el otro no podía, mientras mucha gente no entendía. “¿Por qué Independiente no arriesgó pensando que esta seria la última chance de acercarse a los líderes? ¿Hubiese sido un suicidio atacar a River? ¿Cuánto menos plantel tiene Burruchaga en comparación con Passarella? ¿Por qué el técnico “Millonario” se queja de un planteo rival al que debería estar acostumbrado? ¿Por qué River esta puntero si logró jugar bien sólo algunos tramos de muy pocos partidos?”
Preguntas que flotaron por Avellaneda. La tarde se fue haciendo oscura, el sol ofendido le dio paso a la noche y la sombra se puso a tono con el panorama. Cero. Calificación, resultado, ¿objetivo?.
“Solamente en un partido logramos mantener el cero en nuestro arco. Por eso el objetivo para esta tarde es que no nos conviertan…”, palabras textuales que pertenecen a Germán Denis, uno de los goleadores del rojo, más preocupado por la valla de Ustari que por conocer las redes de Carrizo.
Pocas veces un pronóstico condice tanto con el desarrollo de un partido. El ex delantero de Arsenal y Colón cumplió con su objetivo, aunque a cambio debió dejar de lado la posibilidad de quedarse con los tres puntos, de acercarse a la punta y de ganarle a uno de los animadores del torneo. Bastante caro le salio el negocio a Independiente.
Por eso su gente, en desacuerdo total con el planteo y la idea de Burruchaga y sus muchachos, expreso su bronca al final del juego.
Con cinco defensores cerca de Ustari, el local se aferró a un punto que lo haría salir de perdedor. Pero no estaba solo dentro del campo.
River fue una sombra, es cierto, y a pesar de no llamar demasiado la atención con sus ganas y su juego, fue hasta Avellaneda pensando en ganar. Para lo que anunciaba la previa, eso ya pasa a ser una expectativa interesantísima.
El fútbol fue el que trajo al “Millonario” más cerca de la realidad y le demostró bruscamente que hace falta mucho más que intenciones para alcanzar el triunfo.
La soledad de Gallardo, sólo permitía inquietar con algún remate desde afuera del área y en todos los intentos Ustari fue de selección y contuvo en forma magistral.
Pocos se podían quejar, el primer tiempo no era tan malo y los arqueros iban convirtiéndose en figuras. Los “uhhh!!!” bajaban de las tribunas y las contras del rojo todavía tenían algo de vocación ofensiva. Con el correr de los minutos estas se fueron diluyendo y volvió la mediocridad de la satisfacción resultadista.
Ojo que River tampoco era una aplanadora, se repetía en la búsqueda desprolija y sentía como la punta se escapaba entre sus dedos.
Uno no quería y el otro no podía, mientras mucha gente no entendía. “¿Por qué Independiente no arriesgó pensando que esta seria la última chance de acercarse a los líderes? ¿Hubiese sido un suicidio atacar a River? ¿Cuánto menos plantel tiene Burruchaga en comparación con Passarella? ¿Por qué el técnico “Millonario” se queja de un planteo rival al que debería estar acostumbrado? ¿Por qué River esta puntero si logró jugar bien sólo algunos tramos de muy pocos partidos?”
Preguntas que flotaron por Avellaneda. La tarde se fue haciendo oscura, el sol ofendido le dio paso a la noche y la sombra se puso a tono con el panorama. Cero. Calificación, resultado, ¿objetivo?.